No soy ningún poeta. No amo las palabras por las palabras. Amo las palabras por lo que son capaces de conseguir.
[Patrick Rothfuss]

miércoles, 4 de abril de 2012

Retrato de familia

Mi abuelo dice que tengo los ojos de la abuela, castaños y sin brillo. Cleo dice que soy el reflejo de mi madre, en su esplendor de los quince años. La tía Amparo sólo me vio una vez, se murió de puro rencor, sus primeras y últimas palabras fueron: "Eres igual a tu padre, un engendro." Viví en la costa por cinco años, todos los domingos las hermanas de la caridad pasaban por la casa a recibir lo que fuera que sobrará de la cena, todos los domingos repetían lo mucho que me parecía a mi tía Lupe. El esposo de Magda insiste en que soy hija de mi tío Luis, mi tío Luis insiste en que soy hija de mi tía Magda. Papá dice que la única evidencia de que soy su hija es la nariz torcida. Mamá dice que esos chinos no son de su familia. Papá dice que el color de mi piel es una herencia de Francia. Mamá dice que tengo su cadera, papá no lo niega.

Nadie sabe por qué me gustan los gatos, nadie sabe de dónde saqué tantos libros. Mi abuela decía que soy el fantasma de la bisabuela Daria, una mujer tan fuerte como para ver morir a sus doce hijos varones sin derramar una sola lágrima. La familia de Oaxaca dice que soy adoptada, la familia de Veracruz dice que salí del mar. Una vez mi tío Juan dijo que me habían recogido de la basura, mi abuela le riñó pero no negó nada, lloré por tres días. Soy la más grande de todos los primos y la más pequeña en estatura. Mi tía Araceli dice que nunca sabrá de quien tengo la sonrisa, nunca me ha visto sonreír. Bety dice que tengo cuello de cisne. Papá dice que esos chinos no son de su familia. 

Cuando me bautizaron el padre casi me deja caer, Julia tuvo el tino para decir: "Va a ser tan hereje como su abuelo". Mi tío Alfredo tuvo una esposa llamada Clarissa, quien tenía un hijo llamado David. Me vieron dos veces en toda su vida, el día de la boda dijeron que tenía el carisma de mi tío, el día del divorcio dijeron que estaba tan amargada como él. Alfredo se casó con una italina, la mujer era demasiado alta, demasiado rubia y demasiado bocona. Con su español gangoso dijo las únicas palabras que agradeceré en mi vida: "Esta niña no es de este mundo". Mi medio hermano me vio una sola vez por webcam, dijo que me parecía a una detective de un mal programa policíaco, no hemos hablado en casi dos años. Cada dos días llamaba a la casa una tal Lulú, tardé dos años en saber que era mi tía y cuatro en conocerla, ella tardó cinco años en reconocerme. Lo último que me dijo mi bisabuela Toña fue: "Es que eres embrujo de los gitanos", cuando la enterramos la tumba se llenó de crisantemos. 

Entonces tengo los ojos e mi abuela.
La nariz de mi padre.
El cabello de algún desconocido.
La sonrisa de un muerto.
La fuerza de la bisabuela.
El embrujo de los gitanos.
El color de Francia y el acento de Veracruz.
Las caderas de mi madre.
El cuello de un cisne.
El brillo de una familia casi desconocida.
El eco de un fantasma.

No hay ninguna fotografía mía en toda la casa.


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