No soy ningún poeta. No amo las palabras por las palabras. Amo las palabras por lo que son capaces de conseguir.
[Patrick Rothfuss]

sábado, 31 de marzo de 2012

Lo que no fui

Al nacer proferí un llanto de tal magnitud que el doctor aseguró que sería una cantante de opera, luego tardé tres años en decir mi primera palabra.
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A los dos años papá compró un balón de fútbol y prometió que sería seleccionada nacional, cuatro meses después se dio cuenta de la carencia de equipo femenil en la nación.
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Cuando tenía cinco años mamá insistió en convertirme en bailarina de ballet profesional, tras dos años desistió de la enseñanza. Mi ritmo y el de la música sencillamente no coordinaban.
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La tía Maggo decía "ella va a ser doctora", pero se olvidó de la idea cuando me desmaye al ver sangre. 
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Mi tío Jorge me vio observar la Luna una noche, murió esperando verme convertida en astronauta. 
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La mejor amiga de mamá -la señora Luisa- era también mi maestra de geografía, tras verme recitar de memoria todas las capitales de Europa se empecinó en que sería cartógrafa, se olvidó de la idea el día en que no pude encontrar la capital de Bélgica en un mapa. 
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La vecina de enfrente, Doña Rosa, pasó años asegurando que me vería convertida en abogada. "Tiene el porte y la seguridad necesaria", decía constantemente. Su argumento se vino abajo el día que intenté mentirle.
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Cuando tenía quince años todos estaban seguros de que sería concertista profesional de piano, a los dieciséis años abandoné la música.
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Mi primer novio juraba que yo debía ser bióloga, él era físico. Mi segundo novio me repitió hasta el cansancio que fuera ingeniera, él era arquitecto. Mi tercer novio me veía como historiadora, él era filósofo.
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Mi esposo siempre dijo: "vas a ser una gran madre". Cuando nos divorciamos murmuró: "No es tu culpa ser estéril".
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La jefa de la aseguradora para la que trabajé toda mi vida nunca entendió que hacía yo ahí. "Tu estas hecha para dirigir", repetía constantemente. Me despidió después de veinte años, tuvo miedo de que robara su puesto.
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Todos los viernes una enfermera me visitaba. "¿Qué le hubiera gustado ser en su vida?", preguntaba la muchacha mientras cambiaba mi catéter, "¡Pero que preguntas hago, se nota que fue feliz!", decía la sonriente muchacha. 
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Todos se sorprendieron al ver mi epitafio, lo dejé encargado como última voluntad.
"Quería ser escritora, pero nunca le dejaron contar su propia historia."

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